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Conocer a los demás

Nos cuenta Plutarco en una de sus historias, que en aquellos tiempos de la antigüedad había un romano que decidió separarse de su mujer abandonándola.
Sus amigos le recriminaron por ello, pues no veían claros los motivos de aquel divorcio:
-¿No es hermosa? -preguntaban.
-Sí. Lo es. Y mucho.
-¿No es, acaso, casta y honrada?
-Sí. También lo es.
Extrañados, insistían en conocer el motivo que había llevado a su amigo a tomar una decisión tan extrema.
El romano, entonces, se quitó un zapato y mostrándolo a sus amigos, preguntó:
-¿Es bonito?
-Sí. Lo es-dijeron ellos.
-¿Está bien hecho?
-Sí. Eso parece -todos aprobaron.
Y entonces él, volviéndoselo a calzar, les aseguró:
-Pero ninguno de ustedes puede decir dónde me aprieta.

De ahí viene la típica frase que hemos oído alguna vez: "¿Dónde me aprieta el zapato?"
Nadie puede saberlo sino el mismo que lo usa. Nadie más que uno mismo puede estar en sus propios zapatos.

Los cheyennes, indios americanos, tienen una frase que encaja con lo expresado. Dice: "Para conocer a una persona, hemos de andar muchos kilómetros con sus propios mocasines".
Algo similar al proverbio español: "No conocerás a nadie hasta haber consumido con él un saco de sal".

De ahí el respeto que nos han de inspirar las decisiones ajenas. Siempre corresponden a situaciones que desconocemos. Y es que no estamos en los zapatos de la otra persona.¡Sepamos dónde nos aprieta el zapato!Pero evitemos juzgar dónde les aprieta a los demás.

Gracias a Astrónoma por el cuento. Besos la más brillante.

jueves




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miércoles

El cariño


martes

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miércoles

Caminante


Sin respuestas


Disfrútalo


Belleza


Vive hoy


Lucha


Justificar


Cuidar


Tu felicidad


Magia


Fiel y leal


Absurdo


Tulipanes


Rebeldes


Contar estrellas


8 de Marzo


Puentes


Vive y deja vivir


Corazón salvaje

De las estrellas que admiré, mojadas por ríos y rocíos diferentes,
yo no escogí sino la que yo amaba y desde entonces duermo con la noche.

De la ola, una ola y otra ola, verde mar, verde frío, rama verde,
yo no escogí sino una sola ola: la ola indivisible de tu cuerpo.

Todas las gotas, todas las raíces, todos los hilos de la luz vinieron,
me vinieron a ver tarde o temprano.
Yo quise para mí tu cabellera.
Y de todos los dones de mi patria sólo escogí tu corazón salvaje.

P. Neruda

Imaginación


Iluminar


Nadie me conoce


Prometo ser feliz


Caprichoso destino


Avanzar


Soledad


Sin murallas


Ilusión


Silencios


Deseo


Ser feliz


LLegar


Soñadora


Ana y sus bitas